Es vital que desde un principio,
sepamos cual es la manera de sentarse encima del caballo; la posición del
cuerpo que adoptemos a la hora de comunicarnos con el animal, de conseguir que
nos obedezca y de movernos.
El asiento: Es donde sentimos con mayor precisión como se encuentra
el caballo; si ha salido mal al galope, si cojea a la hora de salir en la
cabalgata, todo está comunicado con el asiento. Estaremos siempre relajados en
la montura, con nuestro cuerpo centrado, ya que en caso de no adoptar esta
posición, no podremos utilizar de manera correcta el resto de nuestro cuerpo y
mucho menos nuestro equilibrio.
Los brazos: Lo importante cuando vamos a montar es que el caballo
note que estamos relajados. Esto se transmite mucho con nuestras manos, de
manera que si estamos tensos, tiraremos del filete, de las riendas y no
dejaremos al caballo estirar el cuello. Nuestros brazos tienen que colgar con
naturalidad, nuestros codos flexionados y las manos deben ir con los pulgares
hacia arriba, estarán colocadas justo por encima de nuestros codos a cada lado
de la cruz.
Las piernas: Con las piernas mandamos constantemente señales al
caballo. Para no confundirlo deberán estar igual que los brazos, colgando con
naturalidad y presión sobre la montura, para que el caballo note y sepa quién
manda. Las caderas deben estar relajadas.
Los pies: Van en los estribos, pero no hay que meter todo el pie,
simplemente la punta dejando el talón al descubierto y bajándolos, de tal
manera que queden los talones más bajos que las puntas de los pies.
Los hombros: Cuadrados y relajados, con nuestra cara bien alta,
mirando por encima de las orejas hacia delante, nunca para abajo.
"La elasticidad y el equilibrio son dos cosas que hay que tener grabadas en nuestra mente para montar. Nuestro cuerpo se tiene que mover al mismo ritmo que el caballo".
Por Oscar Vera