Joao Maia, de 41 años, perdió la visión
casi por completo a los 28 debido a una uveítis que le afectó a ambos ojos. No
es capaz de ver el resultado de su trabajo, lo que no le ha impedido ser el
primer fotógrafo ciego que cubre unos Juegos Paralímpicos. Lo que más le gusta
es captar imágenes de deportes con más movimiento y, en especial, el atletismo,
un deporte al que él se dedicó después de quedarse ciego.
Una máxima de la fotografía reza que una
cámara buena no es sinónimo de fotos buenas, porque la calidad depende de los
ojos del profesional, pero este axioma fue triturado en pedazos cuando el
brasileño João Maia se convirtió en el primer fotógrafo ciego que cubre unos
Juegos Paralímpicos.
En los Juegos, usa una cámara
profesional, pero se sirve apenas de una lente de 50 milímetros, la distancia
focal que, según los fotógrafos, es más parecida a la visión humana, ya que no
puede costearse los caros teleobjetivos que usan sus colegas de profesión.
Espera que todo este reconocimiento se
traduzca en llamadas telefónicas una vez que acabe el evento deportivo, para
conseguir empleo relacionado con la profesión que ama. "Para mí sería una
gran felicidad no sólo ser reconocido, sino poderme ganarme el pan como
fotógrafo", comenta. También le agradaría impartir seminarios sobre
fotografía. Actualmente, ya dirige un taller de fotografía en Sao Paulo en el
que enseña a adolescentes las reglas de composición básicas y sobre todo, que
no hace falta tener ojos para tomar una buena imagen.